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TESTIMONIO: MI NUEVA MELODÍA

Cuando el final es feliz, a veces es mejor contar las historias desde el principio.
En los cuentos comen perdices, pero si hablamos sobre finales felices (que también son principios) deja que te cuente….
Se acercaba el parto, y llevaba días tratando de hacerme la fuerte, pero tenía tanto miedo…Eso si, lo tenía  envuelto en el mantra que repetía sin parar: “por fin vas a conocerle”.
Todo empezó justo como no quería: inducción por fisura en la bolsa.
Soñaba con un parto natural, sin medicamentos, corto y perfecto, y voila’, se impuso la realidad que no me gustaba.
En este caso sólo pude agarrarme a lo que había aprendido: resiliencia, esa actitud y palabra tan de moda.
Pero llegados a este punto no era suficiente, aunque tenía una herramienta que sirvió, me meció y me acompañó en un viaje increíble: LA MÚSICA.
Me acompañó en la dilatación, mientras el papá dormía yo practicaba mis ejercicios en la pelota al ritmo de las canciones que sonaban en bucle en los auriculares.
También estuvo conmigo en los momentos de dolor en los que, si soy sincera, no tengo muy claro lo que escuché, pero me evadió.
Pero el momento que más recuerdo es el expulsivo, conexión total con mi bebé y las canciones que iban sonando en mi oído.
Disfruté, cogí fuerzas y seguí con mi cuerpo el “baile” de mi hijo hacia la vida.
Se borró el miedo, la primera vez fue muy diferente. Esta vez la vida marcó el ritmo y la banda sonora ayudó a sentirme taaaan bien…
Cuando recibí a mi hijo en mis brazos lo pude hacer con calma, tranquilidad. Pude hablarle y decirle: “hijo, soy mamá” y besar sus manos llena de serenidad.
Ese momento lo cambió todo.
Había borrado un primer parto duro, muy duro, en el que no conseguí dominar mi miedo ni a mi propio cuerpo.
No fueron las circunstancias, que no fueron las más favorables, sino que yo no conocía el poder de la música.
A parte de una experiencia preciosa e inolvidable, me llevo un aprendizaje vital: no importan las circunstancias. Evidentemente hay cosas que no están en nuestras manos, pero sean las que sean, más fáciles o no tanto, tenemos las herramientas para hacerlo maravilloso.
 
Y así llegó él, con la tranquilidad en su carita nada más nacer. Puede que ya supiera que pase lo que pase, tenemos ritmos maravillosos que nos acompañan.
Por eso, MIENTRAS EXISTA LA MÚSICA, BAILEMOS!

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