Maternidad,  Musicoterapia,  Puerperio

TESTIMONIO: BABY BLUES

La verdad es que antes del taller de Musicoterapia poco sabía de lo importante que podía ser la música en mi vida.
Hace años escuchaba muchas canciones todos los días en casa, de camino a clase o al trabajo, pero poco a poco perdí la costumbre.
Ahora me parece curioso como, sin darme cuenta, perdí un hábito que me hacía sentir muy bien.
Tras un buen parto, sin complicaciones, salí del hospital y empecé a sentirme regular.
La inyección de felicidad de los primeros días dejo paso a un bajón emocional que me cogió por sorpresa.
Ahora entiendo eso que me contaban del Baby blues.
Lloraba por las esquinas sin saber porqué, estaba irritable, e incluso me sentía en duelo extrañando mi antigua vida.
Pero si algo me ha ayudado a remontar, es la música, pero no sólo escucharla, también cantar como una loca por casa, improvisar instrumentos, o bailar con mi hijo mientras me mira raro o se ríe, según le dé.
De verdad que me ha ayudado, desde el pop hasta las rancheras.
Qué feliz escuchando a unos mariachis mientras cenaba en un restaurante! Recuerdo que mi marido se me quedó mirando y me dijo: “No dejas de sonreír”.
Yo ni siquiera me había dado cuenta, pero era por la música. Casi me arranco con aquello de: “Qué viva Méjico!” a voz en grito. Qué poco me faltó!
La MÚSICA ES VIDA, si que lo es, y agradezco haber podido reencontrarme con ella en el taller, porque ahora estoy más contenta, más activa y más loca (por la vida y por la música).

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